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Bidrage med feedbackMi ruta de Camarón pasa por visitar la Venta de Vargas y el Cementerio donde se halla la lápida del cantor. Sentía la necesidad desde hace mucho tiempo de quitarme ésta espinita, había visitado ya muchas veces la provincia de Cádiz pero encontraba el momento de recorrer visualmente la historia de un grande de la música española. Mi primera visita fue a la Venta de Vargas, donde Camarón inició su andadura, un restaurante fundado en el año 1924, pero fue en el año 1935 cuando Juan Vargas compra el local y le pone su apellido Venta de Vargas . Juan Vargas, gitano flamenco, supo hacer de la Venta morada de los artistas gaditanos que en aquellos tiempos se ganaban la vida cantando en las ventas de la zona. Así fue como la Venta de Vargas fue considerada una universidad del flamenco donde han actuado artistas de la talla de Manolo Caracol, Lola Flores, Pansequito, Sara Baras y Camarón de La Isla. La Diputación de Cadiz en el año 2000 eligió a la Venta de Vargas como sede para solicitar la Llave de Oro del flamenco para Camarón de La Isla y reunió a todos los flamencos de la provincia para tal fin. Más recientemente tenemos la explosión artística de Sara Baras que despuntó en actuaciones ocasionales en la Venta, o el descubrimiento de la Niña Pastori por Alejandro Sanz y Paco Ortega, en una juerga en el patio del restaurante. Todos estos acontecimientos están plasmados en fotografìas que forran las paredes de la Venta y en firmas en el Libro del restaurante. Es por ello que las miles de visitas que tienen la Venta, la consideran como un verdadero museo.
La actual entrada de San Fernando es ahora un lugar muy tranquilo, desde que se abrió la ronda de circunvalación. Pero antes, para ir a Cádiz, había que pasar por el centro de San Fernando. En este lugar se halla la Venta de Vargas, fundada en 1924 por una familia gitana. María supo imprimirle su personalidad y aunque los viajeros que por allí pasaban eran de todo tipo y condición sólo cocinaba cocina andaluza. Especialmente guisotes marineros y marisco de estero. Pronto se hizo conocida la venta, sobre todo cuando un chaval llamado Camarón de la Isla comenzó a amenizar la estancia de los viajeros con sus cantes. A este monstruo del flamenco debe la Venta de Vargas su enorme fama; a él, a su cocina y a su privilegiada ubicación en el camino de Cádiz. Factores todos que ha ido perdiendo con el tiempo. Ya no está Camarón naturalmente. Tampoco es necesario pasar por aquí para ir a Cádiz, al contrario hay que desviarse para ir a la venta. Su cocina intenta mantener los platos que le dieron fama pero se ha ido diversificando y admitiendo recetas novedosas que en otros tiempos no habría aceptado. En su fachada cuelga un curioso cartel avisando de que no permiten fotografías ni videos del interior y exterior de la venta. Nada más aparcar en la entrada salieron para evitar que la fotografiásemos. Para colmo su horario de apertura es un poco tardío, ya sólo abren para dar comidas. No funcionan como antes, en plan venta de carretera, sino como restaurante famoso. La decoración exterior evoca el estilo andaluz, un estilo actualmente un poco desfasado, más tirando al andalucismo de pandereta que se puede ver en las películas del franquismo. Interiormente está decorada con fotografías de los flamencos y toreros que la han visitado. El mobiliario evoca una venta de carretera. La decoración, además, recurre a elementos marineros y algunos trofeos. El efecto, no obstante, está muy conseguido y para un turista extranjero es un buen sitio, parece la Andalucía profunda. Desde siempre las especialidades de su cocina han sido los guisos marineros, el pescado de estero y las tortillitas de camarones. En tiempos sus vinos se repartían a partes iguales entre los de Jerez y los de Chiclana, actualmente las manzanillas que tienen prioridad son las de Sanlúcar pero tienen una buena bodega. Los platos actuales recrean innovaciones sobre ingredientes marineros, incorporando productos de la tierra. Tienen una carta variada y bien presentada, muy apetitosa. Igualmente a destacar su amable servicio y que sus precios son algo más altos que los de los restaurantes cercanos, pero la fama hay que pagarla. Para comer en esta venta conviene recordar que no abren los lunes ni las tardes de los domingos.
Muy bien atendidos.Fuimos sin reserva y había que esperar mucho tiempo,pero lo solucionaron sobre la marcha,muy buena comida y bebida.Relacion calidad precio excelente.La camarera muy agradable
Sitio emblemático que hay que visitar si vas a San Fernando. Buen ambiente para comer en familia
Sitio emblemático donde la gastronomía se fusiona con la cultura del Flamenco. Figuras ilustres de este arte pasaron por su tablao. Muy recomendable su visita aunque solo sea para tomarse un vino dulce de Chiclana en su acogedora barra.